Hoy el mundo entero parece tener los ojos puestos en la contienda electoral que determinará el nombre del nuevo presidente de Estados Unidos. Hillary Clinton intenta hacer historia como la primera mujer en presidir la nación más poderosa del mundo y mientras tanto, muchos tienen la esperanza de que su triunfo evite el nacimiento de un régimen plagado de intolerancia.
A solo unas horas de que la contienda llegue a su fin, la pregunta sigue siendo ¿tendría Clinton una posibilidad de ganar las elecciones, si su contendiente fuera alguien distinto a Donald Trump?, ¿sería el género de la candidata un obstáculo, si el magnate no fuera tan odiado por un importante sector de la población norteamericana y en todo el mundo?, ¿acaso el polémico discurso que Trump ha manejado durante su campaña le ha abierto a Clinton la posibilidad de un triunfo, a pesar de ser mujer?
«A pesar de ser mujer», cinco palabras que para muchos quizá suenen fuera de lugar en medio de una contienda política del siglo XXI y que sin embargo se han hecho presentes. Esta frase tan corta y significativa pone de manifiesto las brechas de género que prevalecen aún en los países más desarrollados y que muchas veces creemos que constituyen un mito urbano.
Para probarlo CNN exploró las búsquedas realizadas en Google relacionadas con tres mujeres líderes durante los 90 días previos y los 90 días posteriores a su elección. Julia Gillard, Erna Solberg y Cristina Fernández son los nombres asociados a una lista de búsquedas que te enseñarán mucho sobre cómo se percibe a las mujeres líderes en nuestros días y cómo el sexismo en la política tiene más que ver con un problema social que de sistema.
Julia Gillard
Luego de desafiar con éxito al entonces primer ministro Kevin Rudd en 2010, Gillard se convirtió en la primera mujer en ocupar el puesto en Australia, mismo en el que se mantuvo hasta 2013 cuando nuevamente Rudd llegó al poder.
Guillard fue una de los pocos líderes solteros de Australia, aunque mantuvo una relación de noviazgo con Tim Mathieson que resultó muy mediática. «Había una sensación en los medios de que Julia debería explicar por qué ella era una mujer de unos 50 años sin hijos y no estaba casada», explicó a CNN David Denemark, profesor de ciencias políticas y relaciones internacionales en la Universidad de Australia Occidental.
Preguntas sobre los lóbulos de sus orejas se volvieron más comunes incluso que sus logros políticos, especialmente durante su debate con el líder del partido liberal Tony Abbott en 2010.
Erna Solberg
Elegida como primer ministro de Noruega en septiembre de 2013, fue la segunda mujer en ocupar el cargo después de Gro Harlem Brundtland en 1981. Ha sido miembro del parlamento desde 1989 y en 2017 enfrentará una nueva elección.
Tras apretar las normas de inmigración en su país durante su mandato, la funcionaria se ganó el apodo de «Iron Erna», aunque en los últimos años ha adoptado una imagen mucho más cálida.
Aunque Noruega es uno de los países más elogiados en materia de equidad de género, ls búsquedas relacionadas con Solberg parecen más bien reflejar a una sociedad cuya cultura continúa siendo cercana al sexismo.
Ya que los políticos que hacen alarde de superioridad y riqueza generalmente no llegan lejos en la Noruega demócrata, Solberg no fue diferente; siendo la representante del partido conservador, mantuvo una imagen humana, cercana a la gente y alejada de los lujos.
Sin embargo, es el peso de esta líder lo que acaparó los reflectores mediáticos y despertó la curiosidad de las masas. Hilde Danielsen, profesor de investigación de estudios culturales en el Centro de Investigación Rokkan Uni en Bergen explicó a CNN que en Noruega generalmente se respeta a las mujeres en la política, sin embargo «seguimos viendo mayor interés en su vida familiar, en comparación con los hombres; y la atención en su apariencia es posiblemente mayor ahora de lo que era en la década de 1990».
Cristina Fernández
Cristina Elisabet Fernández Wilhelm, mejor conocida como Cristina Fernández de Kirchner se convirtió en la primera mujer elegida para la presidencia de Argentina en octubre de 2007 y más tarde nuevamente en 2011. Su esposo, Nestor ocupó este mismo cargo antes que ella y ejerció gran influencia sobre su carrera política.
Para cuando Cristina llegó al poder, fue muy difícil apartarla del nombre de su marido e incluso evitar la construcción despectiva que se formó en torno a ella como la esposa de Kirchner. Según explicó Jane L. Christie, autora de Negotiating Gendered Discourses: Michelle Bachelet and Cristina Fernandez de Kirchner, «muchos percibían a Nestor como una figura casi paternal que había heredado el poder a su esposa».
Cristina no es la primera mujer en liderar Argentina, ya en 1974 Isabel Perón asumió la presidencia, aunque no fue elegida por el pueblo. Además, el país cuenta con una política de cuotas de género para incrementar la participación femenina en el parlamento.
Entre los términos de búsqueda relacionados con Kirchner, se encuentran sin embargo su preparación académica, su trayectoria política e incluso su nombre de soltera; si bien la posible influencia de su marido no destaca por su ausencia.
«Hubo una percepción mixta de continuidad y cambio que rodeó a Cristina», dijo Christie a CNN y destacó que aunque algunos anticiparon la continuación de la política de su marido, ella se construyó a sí misma como el rostro de la novedad, como un descanso de la larga historia de líderes políticos masculinos.